El cabello soporta sin quejarse algunos pequeños abusos como lavados frecuentes, tintes, secados con aire caliente y alisados. Pero incluso el cabello más resistente puede llegar a un punto de no retorno y plantarnos de cara frente a la realidad haciéndonos ver que el cabello no es indestructible. Por ejemplo, la acumulación de varios tratamientos agresivos pueden resecar extremadamente el cabello, provocar la aparición de las puntas abiertas y el encrespamiento. En este caso, los productos capilares reparadores son definitivamente nuestra mejor arma. Reparan el daño y permiten disfrutar de un cabello saludable y sedoso en poco tiempo.
El cabello se compone principalmente de fuertes cadenas peptídicas que se enrollan sobre si mismas formando la queratina, la verdadera columna vertebral del cabello. En el cabello sano esta “columna vertebral” es fuerte y está bien cohesionada. Sin embargo, el cabello dañado muestra todo tipo de irregularidades en la estructura de la queratina. Estas irregularidades pueden estar provocadas por muchas causas como por ejemplo por un cuidado inadecuado, secados muy frecuentes con el aire demasiado caliente, otras fuentes de calor o por procesos de decoloración muy repetidos. Tarde o temprano, la consecuencia de tratamientos muy agresivos y repetidos se hace visible. A diferencia del cabello sano, de naturaleza sedosa, el cabello dañado se ve seco como la paja, pierde todo su brillo y las puntas tienen tendencia a abrirse y a partirse. El truco está en reparar la estructura de queratina dañada. Afortunadamente, ¡podemos hacerlo! En función de tu tipo de cabello, puedes encontrar diferentes productos para repararlo.
El cabello dañado normalmente también está seco, especialmente cuando es rizado. Las decoloraciones o mechas frecuentes también pueden secar el cabello y dañar su cutícula o parte externa. Para restaurarlo podemos recurrir a aceites preciosos procedentes de las plantas, capaces de devolver a un cabello seco como la paja su naturaleza sedosa. Muchos aceites vegetales son buenos para conseguirlo, pero los de Argán y de Macadamia funcionan especialmente bien porque contienen ácidos grasos insaturados, muy similares a los lípidos naturales que producen las glándulas sebáceas. El cabello dañado tiene una gran afinidad por estas sustancias porque su estructura le resulta “familiar”, haciendo que las acepte como equivalentes a las sustancias naturales del cabello y las absorba con facilidad.
Al cabello seco y desvitalizado le favorece especialmente la Manteca de Karité que se obtiene de las almendras que da un árbol africano. La Manteca de Karité es muy rica en vitamina E y carotenos, y contiene una alta concentración de ingredientes denominados insaponificables, que se depositan en la cutícula para proteger el cabello de la oxidación y otros daños.
Si tu cabello dañado es más bien fino y liso, las fórmulas reparadoras a base de queratina son la mejor solución de reparación que puedes ofrecerle para evitar apelmazarlo. La queratina penetra en la estructura dañada del cabello con una gran precisión ya que ella misma es un constituyente natural del cabello. Una vez que las zonas dañadas son rellenadas, el resultado es inmediato, el cabello recupera todo su brillo.
Puedes hacer mucho por el cabello dañado, incluso al peinarlo y moldearlo. Algunas espumas y sprays de fijación han sido diseñados para envolver el cabello con un capa protectora. Entre otros ingredientes, contienen glicerina que es hidratante y aceites de cuidado que son beneficiosos para el cabello seco y dañado. También pueden incluir diferentes vitaminas y aceites preciosos, haciendo que estos productos contribuyan también a restaurar la salud y el brillo del cabello dañado.
Además, el cabello dañado debe ser tratado con mucha delicadeza. En lugar de lavarte el pelo cada día, puedes utilizar un shampoo en seco entre lavados. No utilices agua muy caliente cuando laves tu pelo, utiliza agua tibia. Cuando tu cabello esté mojado utiliza sólo un peine de púas anchas. Después del lavado, el pelo es más sensible a los daños mecánicos. Por último pero no por ello menos importante, ve con cuidado con el calor mientras te secas el cabello y utiliza un protector de calor siempre que sea posible. Deja secar tu cabello al aire libre siempre que puedas, y utiliza secadores y planchas de pelo con control de la temperatura.